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  • La esencia del Derecho Medio ambiental

    La esencia del Derecho Medio Ambiental

    Protegiendo el Futuro del Planeta

    En estos momentos en los cuales la incertidumbre sobre las acciones políticas a nivel mundial en relación con la necesaria e imprescindible protección de la Naturaleza general incertidumbre y también preocupación, es interesante ahondar en El derecho medioambiental. Este es una rama esencial del ordenamiento jurídico que busca equilibrar las necesidades humanas con la protección del entorno natural. En un contexto de creciente preocupación por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, esta disciplina se erige como una herramienta clave para garantizar un desarrollo sostenible y justo. Pero sabemos realmente, ¿qué hace realmente el derecho medioambiental y cuál es su esencia?

    A diferencia de otras áreas del derecho, el derecho medioambiental adopta un enfoque transversal e integrador. Su regulación afecta a múltiples sectores: industrial, agrícola, energético y urbanístico, entre otros. Además, no solo aborda las relaciones entre particulares o empresas, sino que también regula la actuación de las administraciones públicas y su deber de proteger los recursos naturales para las generaciones presentes y futuras.

    El marco jurídico medioambiental incluye normas nacionales e internacionales, como el Acuerdo de París sobre el cambio climático; legislación europea, como las directivas sobre calidad del aire y gestión de residuos o el Acuerdo Aarhus,    Convenio sobre el acceso a la información, la participación del público en la toma de decisiones y el acceso a la justicia en materia de medio ambiente (Convenio de Aarhus); y leyes nacionales, como la Ley 7/2021, de cambio climático y transición energética en España, o la Ley 3/202, de 27 de julio, de recuperación y protección del Mar Menor . Este entramado normativo refleja la interconexión de los problemas medioambientales, que no conocen fronteras.

    Principios rectores del derecho medioambiental

    El derecho medioambiental se sustenta en una serie de principios fundamentales que guían su interpretación y aplicación. Entre ellos destacan:

    1. Principio de precaución: Cuando existan indicios de daños graves o irreversibles al medio ambiente, aunque no haya certeza científica absoluta, debe actuarse preventivamente para evitarlos.
    2. Principio de «quien contamina, paga»: Obliga a quienes generan daños medioambientales a asumir los costes de reparación o compensación, fomentando la responsabilidad y la internalización de los costes ambientales.
    3. Principio de desarrollo sostenible: Promueve un equilibrio entre el crecimiento económico, el bienestar social y la protección del medio ambiente.
    4. Principio de participación ciudadana: Reconoce el derecho de las personas a ser informadas, participar y opinar sobre decisiones que afectan al medio ambiente.

    Retos actuales y futuros

    El derecho medioambiental enfrenta numerosos desafíos. Uno de los más urgentes es la lucha contra el cambio climático, que exige una transformación radical de los sistemas energéticos y productivos. También destaca la protección de la biodiversidad, clave para mantener los ecosistemas que sustentan la vida.

    Otro reto importante es garantizar el cumplimiento efectivo de las normas. En muchos casos, las leyes medioambientales se enfrentan a barreras de implementación debido a la falta de recursos, voluntad política o corrupción. Asimismo, es crucial abordar los conflictos socioambientales que surgen entre comunidades, empresas y gobiernos.

    La justicia climática también ocupa un lugar central. El impacto del deterioro ambiental recae desproporcionadamente en las comunidades más vulnerables, lo que subraya la necesidad de adoptar medidas equitativas y solidarias en la lucha contra los problemas medioambientales.

    El papel de la abogacía medioambiental

    Como abogada medioambiental, mi labor se centra en asesorar, defender y promover soluciones jurídicas que contribuyan a la protección del entorno. Esto incluye desde ayudar con la redacción y presentación de alegaciones a empresas a cumplir con las normativas ambientales, hasta representar a comunidades y particulares, que se pueden ver afectados por proyectos contaminantes o por proyectos que, con apariencia de propuestas sostenibles, están afectando de un modo muy importante a ecosistemas animales y vegetales, como son la instalación de grandes macro Plantas Solares Fotovoltaicas. Además, colaboro en la elaboración de políticas públicas que impulsen la sostenibilidad y participo en litigios que buscan hacer valer los derechos ambientales.

    El derecho medioambiental no es solo una herramienta jurídica; es una declaración de intenciones para proteger el planeta que compartimos. Como profesionales del derecho, tenemos el deber de contribuir a un sistema más justo y sostenible, donde el medio ambiente no sea visto como un recurso infinito, sino como un legado que debemos preservar.

    En definitiva, la esencia del derecho medioambiental radica en su capacidad para conectar el presente con el futuro, equilibrar intereses y promover un cambio necesario en nuestra relación con la naturaleza. El camino no está exento de retos, pero es un compromiso ineludible para garantizar un planeta habitable para las generaciones venideras.

  • En contra de, y a pesar de, Europa ya tiene una Ley de Restauración de la Naturaleza

    En contra de, y a pesar de, Europa ya tiene una Ley de Restauración de la Naturaleza

    En contra de, y a pesar de, Europa ya tiene una Ley de Restauración de la Naturaleza

    La defensa de los espacios naturales, de nuestros territorios y de los derechos de las generaciones futuras se ha convertido en una obligación personal, un deber ciudadano y un compromiso profesional

    Estamos ante otra ola de calor, y cuando sales a la calle y el ambiente es tan denso que cuesta respirar, cuando estás escuchando por todas las vías de comunicación posibles y fiables lo anormal de estas temperaturas y cuando vamos incorporando a nuestro diccionario términos como “reventón térmico”, cuesta mucho seguir escuchando como algunas/os continúan con el mantra ignorante e insensato del “esto ha pasado siempre” como punto de apoyo a sus argumentos negacionistas a cambio de ocupar sillones de poder sin calibrar las consecuencias de sus mentiras.

    Mientras ando en estas reflexiones, me llega una noticia: La Ley de Restauración de la Naturaleza supera su gran examen del Parlamento Europeo (agenciasinc.es), que es el último trámite para dar luz verde a Ley de Restauración de la Naturaleza en la UE. Esta es una noticia magnífica, pues marca un nuevo escenario de protección legal europeo y, por tanto, de derecho nacional, y eso es sumamente importante para poder seguir dotando de herramientas legales a las personas que tenemos un papel activo ya sea en el ámbito jurídico o profesional y que estamos preocupados y ocupados en la defensa del planeta tierra como espacio de vida humana sin recambio.

    Lo que se ha debatido en sede de la Unión Europea son unas propuestas pioneras para restaurar la naturaleza en Europa de aquí a 2050, suponiendo la primera legislación de la historia que se propone explícitamente restaurar la naturaleza de Europareparar el 80 % de los hábitats europeos en mal estado y devolver la naturaleza a todos los ecosistemas, desde los bosques y las tierras agrícolas hasta los ecosistemas marinos, de agua dulce y urbanos. Una ley que desarrollará las experiencias existentes en materia de restauración de la naturaleza, como la renaturalización, la replantación de árboles, la ecologización de las ciudades y las infraestructuras o la eliminación de la contaminación para permitir la recuperación de la naturaleza.

    Ahora, si bien en su resultado final es magnífico, la forma en que se ha producido es verdaderamente lamentable, e incomprensible desde una visión global y social, pero esta Ley ha salido adelante a pesar de los votos en contra que el PP europeo, partido que se ha alineado con la ultraderecha comprando como argumento la amenaza de hambre en Europa, como lo leen. Este es un discurso del miedo que no se mantiene lo mires por donde lo mires, pero que es el argumentario que vienen manteniendo los grandes lobbies agrícolas del continente, que la derecha europea les ha comprado aun sabiendo que lo que estos ven realmente peligrar son sus grandes datos económicos.

    Observar como quienes deben cerrar filas en torno a uno de los asuntos más transcendentales a los cuales se enfrenta la raza humana en estos momentos, y me atrevería a decir, se ha enfrentado desde que existe sobre el planeta tierra, hacen justo lo contrario y continúan dividiendo no para vencer sino para destruir las vías hacia una recuperación del planeta tierra coma parte de una decisión que disfrutarán las generaciones futuras, me lleva a pensar que su ideología llamada conservadora se está quedando en una simple definición, pues las leyes que están votando en contra van encaminadas a la conservación, preservación y defensa del medio natural.

    No puedo evitar preguntarme continuamente, cada vez que conozco este tipo de posiciones políticas, ¿cómo alguien puede votar en contra de su supervivencia?, ¿como es posible que haya personas que nieguen la necesidad de conservar un mundo sano a las generaciones futuras, entre las que seguramente se encuentren sus hijos, nietos…? Y por mucho que lo intento no acabo de encontrar respuestas, pero les quiero dejar estas preguntas para que puedan pensar en las suyas.

    Les diré que este último mes ha sido muy intenso para mí en cuanto a aprendizaje y formación. Durante junio he asistido a dos eventos diferentes en origen, pues uno fue propiamente profesional –la reunión anual de RADA (Red de Abogados/as para la Defensa Ambiental), con un seminario sobre información, participación y acceso a la justicia en la autorización e implantación de energías renovables–, y otro puramente académico –el II Congreso Internacional de Derechos de la Naturaleza y lucha contra el cambio climático en el Mediterráneo–, pero ambos han sido plenamente coincidentes en el fondo: la defensa de los espacios naturales, de nuestros territorios y de los derechos de las generaciones futuras.

    Es muy reconfortante comprobar como en España hay grandes mentes jurídicas pensando y creando corrientes doctrinales desde el biocentrismo, así como abogados y abogadas que demuestran su implicación y compromiso con el medioambiente y que desde estos dos frentes se está luchado en contra y a pesar de estos seres que, bien por ignorancia, bien por insensatez o por ambas, niegan una evidencia climática que no deja espacio a la duda, y en ello me hallo, inmersa en esta filosofía verde y azul que se ha convertido para esta escribiente en un deber ciudadano y en un compromiso profesional, así como en una obligación personal, pues lo hago por el futuro de los míos, de los tuyos y también de los suyos, a pesar de ellos.

  • Bienvenido, Sr. Mar Menor (Cambio social radical II)

    Bienvenido, Sr. Mar Menor (Cambio social radical II)

    Bienvenido, Sr. Mar Menor (Cambio social radical II)

    La irrupción en el ordenamiento jurídico de un ecosistema natural como sujeto de derecho es un hito legal sin precedentes en nuestro país

    Hola de nuevo, personas lectoras. Terminaba mi artículo anterior diciendo que “siempre queda espacio a la esperanza, y en España ese espacio es la Ley 19/2022, de 30 de septiembre, para el reconocimiento de personalidad jurídica a la laguna del Mar Menor”. Y desde ahí retomamos.

    Esta ley es muy cortita, tiene apenas 6 páginas, pero a pesar ello está repleta de novedosos y singulares planteamientos jurídicos respecto de la relación hombre/naturaleza. Este hecho nos empuja a dar un paso de gigante en la percepción legal de los elementos naturales, y nos orienta hacia un cambio radical en nuestra relación con ellos. La irrupción en el ordenamiento jurídico nacional de un ecosistema natural como sujeto de derecho ha situado a España como un país pionero en Europa respecto de la regulación de esta nueva relación hombre/naturaleza, que tiene sus raíces en el concepto “derechos de la naturaleza”, de los cuales hablamos en el artículo anterior.

    El Mar Menor ha pasado de ser un mero objeto a ser considerado un sujeto con derechos propios, y entre ellos le ha sido reconocido su derecho a “existir como ecosistema y a evolucionar naturalmente”, su derecho “a la protección” y su derecho “a la conservación” y “a la restauración”, pretendiéndose con ello comenzar a igualar el estatus legal entre las grandes corporaciones empresariales que diezman los finitos recursos naturales y estos últimos.

    Si esto te parece un hecho disparatado, o tal vez sin sentido, vamos a hacer un poquito de historia. El hecho de dotar de personalidad propia a entes abstractos no es algo novedoso en derecho, y con la misma conceptualización de fondo, se crearon a finales del S. XVIII y principios del S. XIX las personas jurídicas, a las que conocemos como empresas, asociaciones, fundaciones, etc… y a las cuales la RAE define como “Instituciones dotadas de personalidad propia e independiente y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines, creadas por las leyes o conforme a lo establecido en las mismas”. A nadie se nos escapa que una S.A. o una S.L. no es una persona tal y como la entendemos, pero un constructo legal hizo posible que así sean consideradas a efectos de derechos y, también, de responsabilidades, y hoy en día están perfectamente integradas en nuestra estructura social y mental. Y esta es la normalización que debemos de lograr para los mares, los lagos, las montañas, los ríos…

    Es un hecho incontestable que la naturaleza no tiene capacidad propia para poder defenderse por sí misma, y tampoco tiene voz. Ella habla con un idioma propio que se manifiesta con hechos y se expresa desplegando su poder natural, una comunicación no verbal que lamentablemente está siendo ignorada desde hace años por los intereses políticos y económicos. Pero va siendo hora de que personas sensibilizadas, ONGS que luchan por ella y asociaciones implicadas en su recuperación puedan ser una voz reconocida legalmente.

    Si de algo estoy segura en este tema es de que esto no será un camino de rosas, pues a día de hoy todavía nos encontramos con grandes dificultades, sobre todo económicas, ante los inasumibles costes con los que se encuentran personas y entidades a la hora de llevar al terreno del proceso judicial la defensa de muchos espacios naturales o de ecosistemas desde la acción popular, dado que no pueden ejercer ese derecho, pues tienen enfrente a grandes empresas con un gran poder económico, e incluso a la propia administración, que no tiene que pagarse a sí misma.

    Es cierto, este nuevo sujeto de derechos acaba de nacer y deberá crecer y de desarrollarse. Nos queda mucho por andar, grandes retos que enfrentar y mucha pedagogía por hacer. Aun así, la inclusión en nuestro ordenamiento jurídico de esta norma no ha tardado en germinar, y he sabido de la presentación de una Proposición de Ley en el Congreso de los Diputados para dotar al Parque Natural de Doñana de personalidad jurídica propia, siguiendo la estela de la laguna murciana.

    Estamos sin duda ante un hito legal sin precedentes en nuestro país, que abrirá la puerta a poder conseguir nuevos avances en derecho medioambiental. Hace algunos días escuché a un gran político decir que la conquista de nuevos derechos humanos, en cualquiera de los espacios donde estos se extiendan, es un gran logro, pues tras de sí abren la puerta a la consecución de otros muchos. Y esta reflexión se adapta con precisión geométrica a todo lo que está por venir.

    Solo me resta, por hoy, dar las gracias a muchas personas preocupadas e implicadas que se movilizaron de un modo admirable ante la pérdida inminente de su hábitat natural de referencia, pues por ellos y por ellas hoy podemos decir bienvenido Sr. Mar Menor, mientras quedamos a la espera de recibir a la Sra. Doñana.

  • Cambio social radical

    Cambio social radical

    Cambio social radical

    La naturaleza debe de tener derechos propios, ha llegado el momento, es ahora o quizá nunca

    ¡Hola de nuevo personas lectoras! he de reconocer que, debido a mi formación jurídica, es muy decepcionante comprobar cómo las leyes, en algunas ocasiones, no llegan a alcanzar el nivel de protección respecto del objeto para el que fueron promulgadas.

    No soy persona de posicionamientos extremos, me siento más cómoda en las posturas que contemplan diferentes formas de ver, de pensar o de entender y me gusta contemplar otros razonamientos, pero en este asunto, dada la trascendencia del mismo, mi postura es rotunda. Es el momento de mirar a los espacios naturales desde una nueva perspectiva que se ha venido a definir “Derechos de la Naturaleza”. Esta visión debe de ser admitida y formar parte de un cambio social radical de modificación mental y legal respecto de nuestra forma de tratar a la naturaleza en general, y a sus componentes en particular, porque el tiempo se agota.

    Los derechos de la Naturaleza son parte de un movimiento filosófico/jurídico que tiene su origen en 1979, cuando Christopher Stone, a través de su libro, “Should trees have standing-Toward legal rights for natural objects” (Deberían los árboles tener una postura hacia los derechos legales para objetos naturales), lanza por vez primera la idea de conceder derechos propios a los entes naturales. Esa propuesta, disruptiva en sus orígenes, ha ido progresivamente creciendo en su consideración ideológica, para ir poco a poco tomando forma en el plano legal, hasta encontrar su punto de inflexión en 2008, cuando Ecuador eleva los derechos de la naturaleza a la consideración de derechos constitucionales al ser reconocidos en los arts. 71 a 74 de su Carta Magna.

    Este razonamiento supone, implícitamente, la necesidad de mover el actual paradigma jurídico antropocéntrico, que mira al ser humano como el eje central de la configuración del orden legal y por tanto social, para posicionar a la naturaleza en ese lugar desde los postulados biocéntricos o ecocéntricos. Lo cual viene a modificar nuestros actuales esquemas mentales y legales, para tomar en consideración que todos los elementos que configuran el mundo natural deben de ser considerados sujetos con derechos propios, desechando su actual estatus de meros objetos. Lo cual nos va llevar a dar un paso más en su protección y a reconocer en ellos su derecho a la restauración, al respeto a su existencia y al mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, en definitiva, su derecho a ser.

    Ampliar el margen a nuevos sujetos de derecho no resulta algo novedoso, pues a poco que volvamos la mirada a la historia de la conquista de nuevos derechos, sobre todo humanos, veremos como estos han evolucionado desde la necesidad ética, social o económica a la obligación legal, lo cual ha venido ayudando a moldear la natural evolución de la conducta humana y sus relaciones con personalidades de construcción jurídica como fueron en su momento y en el plano mercantil, la consideración de las empresas como personas jurídicas.

    El cambio climático ha dejado de ser un periodo de transición y ya se ha instalado en nuestro día a día, por mucho que algunos se empeñen en negarlo. El ser humano ha demostrado históricamente que solamente se pone manos a la obra cuando los acontecimientos le afectan directamente y poco queda a la imaginación en estos momentos.

    Las actuales leyes de protección, a vista de sus resultados, no están dando los frutos esperados, porque quienes las promulgan se ven incapaces de aplicarlas o, lo que es peor, las retuercen con fines o intereses políticos, tanto locales como autonómicos y nacionales, a Doñana y Sierra Salinas me remito.

    Ante esta evidencia estamos llamados a actuar en varios frentes: por un lado, el endurecimiento de las penas a los terroristas medioambientales, ya sean personas físicas o entes administrativos, la necesidad de considerar a quienes accionan la vía jurídica para defender la naturaleza como directamente afectados, y el trabajo pedagógico de empezar a concienciar seriamente del hecho innegable de que nuestro planeta es el único conocido que puede albergar vida humana, porque la tierra como tal podrá sobrevivir sin nosotros, pero nunca al contrario.

    Aún así, siempre queda espacio a la esperanza, y en España ese espacio es la Ley 19/2022, de 30 de septiembre, para el reconocimiento de personalidad jurídica a la laguna del Mar Menor, que ha abierto la puerta en nuestro ordenamiento jurídico a los derechos de la naturaleza y de la cual hablaremos en la próxima entrega, así pues… To be continued.

    Derechos de la Naturaleza – Observatorio Jurídico de Derechos de la Naturaleza

  • Si, pero no así, porque destruir para construir debe de ser la última opción

    Si, pero no así, porque destruir para construir debe de ser la última opción

    Si, pero no así, porque destruir para construir debe de ser la última opción

    Hacer de la salvación de Sierra de Salinas una causa común puede unirnos como sociedad, lo cual ya es importante en sí mismo. Yo también estaré en la manifestación

    Hola de nuevo, personas lectoras. Llevo días dando vueltas a las últimas declaraciones que se han hecho desde los dos perfiles del gobierno municipal en relación con la Sierra Salinas, con las fotovoltaicas y sobre la nueva figura de protección que el Consell le ha concedido, junto con La Laguna de Salinas, Los Saleros y el Cabecico de Villena, que han pasado a ser considerados como Zona de Especial Conservación.

    Esta reflexión no ha girado alrededor la noticia en sí misma, a pesar de la importancia que este reconocimiento tiene para su conservación. El detalle de atención se debe al trabalenguas terminológico de la misma, que va desde las zonas LIC a las zonas ZEC, pasando por la Red Natura 2000, y sin nombrar la maraña de Leyes que auspician estas medidas de protección. Regulaciones sobre las cuales intentaré allanar, en próximas entregas, el terreno del lenguaje jurídico y el recorrido necesario hasta llegar a la consideración de Sierra Salinas como Parque Natural, pero ahora es el momento de apoyar el llamamiento que nos hacen desde la Asociación Salvatierra.

    Bajo mi punto de vista, destruir un entorno natural precioso y protegido, que aporta mucho valor a nuestro territorio, con la instalación de plantas fotovoltaicas proveedoras de energías limpias también muy necesarias, enfrenta diferentes valores medioambientales en situación de igualdad y es un verdadero disparate a tenor de la realidad climática que se está imponiendo, porque ambas realidades son igualmente necesarias en el conjunto de lo que debe de ser la lucha contra el cambio climático.

    Y esta idea destructora debería de ser la última decisión a tomar, siempre y cuando hayan sido agotadas el resto de posibilidades existentes, pero claro, para ello, las ideologías están de más y los acuerdos basados en el interés general de las personas y de la naturaleza deben de prevalecer en todos los niveles de la administración pública, que van en prelación desde el Gobierno de la Nación hasta el Gobierno Local.

    Lo que se nos ofrece, poner la mirada en la declaración de Parque Natural, es realmente un camino muy complicado y de larga duración, que sin duda debemos trabajar y por el que se debe de pelear en los despachos, pero que me deja la pregunta de, ¿y qué hacemos mientras tanto?

    Ganar tiempo debe ser una de las acciones de defensa, y la manifestación convocada por la Asociación Salvatierra este próximo sábado 1 de abril puede ayudar a ello, al tiempo que nos ofrece la posibilidad de dar voz a una naturaleza muda que precisa seres corpóreos que hablen por ella.

    Ahora habrá que ver la respuesta política el próximo sábado en fechas preelectorales, pero sea la que sea, hacer de la salvación de Sierra de Salinas una causa común puede unirnos como sociedad, lo cual ya es importante en sí mismo.

    A ello le podemos sumar el recuerdo de que los ciudadanos y ciudadanas también tenemos responsabilidades civiles así como herramientas a nuestra disposición para ejercerlas, y salir a manifestarnos es una de ellas.

    Modelos de éxito hay, otros movimientos vecinales han conseguido salvar sus hábitats naturales e incluso urbanos: sirvan como ejemplo La Plataforma Salvem El Cabanyal (Salvemos el Cabanyal LA RESISTENCIA – Salvemos el Cabanyal) o el movimiento SOS Mar Menor (SOS Mar Menor – Información, Protección y Defensa del Mar Menor), y los habitantes de Villena también podemos firmar un “lo conseguimos” con un resultado satisfactorio para todas las partes, o sea, instalaciones fotovoltaicas en espacios sin una especial afectación natural.

    Personalmente considero que la defensa de la naturaleza, en este caso a través de un paraje natural en nuestro término municipal, es un frente de lucha sin ambages en el que no caben las palabras huecas de sentido, los intereses económicos como único argumento o las propuestas tomadas sobre la marcha. Ahora toca actuar con precisión quirúrgica en la toma de decisiones, por lo importante de la materia, y que estas, además, sean el resultado de un trabajo común entre todos los agente sociales, políticos y jurídicos.

    Por todo lo expuesto, yo estaré allí.

  • India

    India

    India

    Cada experiencia sobrepasó de largo mis expectativas, pues han sido únicas e irrepetibles

    Hola de nuevo, personas lectoras. Como lo prometido es deuda, voy a intentar describir con palabras, si es posible, mi viaje a la India.

    El motivo que nos llevó a este inmenso país, es uno de esos que cuando se presentan en tu camino te hace plantearte si cabe otra opción que no sea aceptar, a sabiendas de que la posibilidad de que algo similar vuelva a pasar por delante de ti es estadísticamente muy improbable. Es por ello que, Paco y yo, nos liamos la manta a la cabeza, dijimos sí, y en pleno diciembre pusimos rumbo a la ciudad india de Vadodara, situada en el estado de Gujarat, para lanzarnos a la aventura de vivir un invierno con 30 grados y asistir como invitados de honor a una boda hindú.

    Los novios, Sagar e Isabel, son un singular matrimonio Indio/Español al que agradeceremos siempre el ejercicio de inmersión cultural que vivimos y disfrutamos los tres días que duraron los fastos, durante los cuales vestimos como ellos, bailamos con ellos, comimos su comida y fuimos parte de sus ritos y de los ceremoniales de unas celebraciones sujetas a costumbres ancestrales que como occidentales nos asombraban a cada paso. Debo decir que cada experiencia sobrepasó de largo mis expectativas, pues ha sido una experiencia única e irrepetible.

    Poder ser partícipes de los rituales privados en las ceremonias matrimoniales de la casta Brahmán (la más alta en la India) nos permitió conocer una cara de la India colorista, alegre, ritualista, ostentosa y opulenta, que solo está a disposición de los más privilegiados, que son la minoría.

    He de confesar que, personalmente, esos días me tuvieron sometida a una montaña rusa vivencial y emocional, por lo complicado que suponía gestionar el contraste brutal entre una boda de Las Mil y una Noches y las calles de la India. En ellas encontré un desorden generalizado, una suciedad impensable para nosotros y la pobreza extrema de sus gentes, que en toda su dimensión se hacía casi insoportable al verla en los niños, las niñas y la gente anciana.

    Cada vez que hacíamos el trayecto entre el hotel y los maravillosos escenarios elegidos para las diferentes celebraciones, o salíamos a conocer la ciudad, la realidad India se nos presentaba sin filtros. La realidad de la dura forma de vida de quienes han nacido en las castas más bajas de una estructura social profundamente injusta, pero fuertemente instalada política y religiosamente en una sociedad que sostiene en la mendicidad endémica y perfectamente aceptada a millones de seres humanos que viven al ras del suelo, literalmente.

    He dejado la contaminación para el final, pues esta es indescriptible con palabras. El tráfico es infernal y sus consecuencias medioambientales son de una dimensión que asusta. El aire que dejan a su paso los tubos de escapes de millones de motocicletas, mototaxis (tuctuc), automóviles y autobuses, en su mayoría viejos y destartalados y sin ningún tipo de control medioambiental, al que se unen las emisiones diarias de miles de industrias, impiden saber si el cielo indio es azul, pues tan solo lo vi gris.

    Además, este modo de vida condena a las personas a llevar la boca tapada de forma permanente intentado evitar tener que respirar constante y continuamente ese veneno aéreo, que genera ardor en los ojos y picazón en la garganta casi todo el tiempo, y que tiñe de negro las edificaciones, los espacios naturales, las fosas nasales y los pulmones.

    La situación de contaminación relatada puede parecer exagerada, pero está a disposición de cualquier persona que visite este inmenso país, pues a poco que aterrizas en Mumbay comienzas a tomar conciencia de ello. Aun así, como no quiero acabar en modo negativo, quiero traer esta nota de esperanza, (La primera aldea 100% energía renovable de la India promueve la sostenibilidad y la autosuficiencia | Noticias ONU (un.org)), que también se está dando en India.

    Revertir la situación se me antoja más como un deseo que como una realidad, pero, si paulatinamente el gobierno y las empresas indias se toman en serio la implantación de energía sostenible, en un futuro (creo que lejano) puede empezar a equilibrar su balanza contaminante, no estará todo perdido. Y si, además, estas políticas medioambientales suponen un medio capaz de generar ingresos por ahorro, en sus ciudadanos más desfavorecidos, que son muchos, la posibilidad de éxito es muy alta, solo espero que así sea. Namasté.

  • Mujeres de pluma, mujeres de suma

    Mujeres de pluma, mujeres de suma

    Mujeres de pluma, mujeres de suma

    Quiero compartir la bonita experiencia que he podido vivir con un grupo de mujeres solidarias e implicadas

    ¡Hola de nuevo, personas lectoras! Me vais a permitir aparcar un poquito a la madre naturaleza y sus derechos, pues quiero compartir la bonita experiencia que he podido vivir con un grupo de mujeres solidarias e implicadas, que se han juntado con un grupo de mujeres escritoras o escribientes, para llevar a cabo un ejercicio de feedback entre la salud y el arte de las letras.

    Allá por el mes de octubre del pasado año, recibí un mensaje de WhatsApp que decía: “Estamos organizando una charla/encuentro de mujeres de Villena que escriben. Hemos pensado que tú eres una de esas mujeres”, y en el cual me ofrecían poder ser parte del evento.

    La respuesta –¡Me encanta la idea, cuenta conmigo!– fue inmediata, aun sin saber muy bien qué estaba aceptando y sin tener información de las compañeras de viaje con quienes iba a poder compartir esta vivencia. La acción/reacción de la respuesta fue consecuencia directa de la combinación de dos circunstancias que se dan en mí: por un lado, mi innato convencimiento de que ayudando te ayudas, lo que me lleva a dar respuestas afirmativas en asuntos de arrimar el hombro, y por otro, lo interesante, novedoso y reivindicativo de la idea que me proponían.

    Y así, en cuestión de una semana me encontré dentro de un grupo de WhatsApp (of course) formado por Antonia Rodenas, Concepción Hernández, Pepa Navarro, Ángeles Corella, Ana Calatayud, Silvia López y Chari Mondéjar, todas ellas mujeres escritoras, o que escriben, como ellas mismas se definen, al cual se sumó Ana Valdés, una mujer excepcional y generosa que aceptó ser la moderadora de un evento que se señaló para el miércoles 18 de enero de 2023.

    Pues bien, como habrán adivinado, el evento “Literatura en Femenino” ya se ha celebrado, y durante hora y media ocho mujeres de Villena que normalmente escribimos desde posturas tan dispares y diversas como son los cuentos infantiles, el ensayo, la novela, la poesía o los artículos de opinión, mudamos de registro y nos convertimos en contadoras de historias, de nuestras historias.

    Ello nos llevó a abrir de par en par nuestro espacio interior para narrar los diversos caminos y motivaciones que nos llevaron a esta práctica, qué enseñanzas y crecimientos personales obtenemos a través del arte de escribir como forma de expresión, qué nos nutre de esta práctica, qué nos sana. Y lo hicimos sin la prevalencia de nuestro género (no tocaba), con la sola condición de unos seres humanos que sin etiquetas ni corsés sociales expresaban los motivos personales que les llevaron a adoptar la escritura como una parte de sus vidas. Y al compartir, como dijo Concepción Hernández, estos pensamientos dejaron de pertenecernos, para ser de todas las personas presentes, con las cuales dibujamos un pequeño universo de complicidad muy gratificante.

    Y esto fue posible gracias a otro grupo de mujeres que a la pregunta “¿Quiénes somos?” responden: “mujeres de diversas edades, situaciones y nivel cultural, pero con un objetivo común, el empoderamiento femenino”, y que llevan en la tarea desde hace 20 años, a las cuales podéis conocer mejor en la Asociación Mujeres y Salud de Villena.

    Fue bonito, muy bonito, que mujeres que se esfuerzan por poner en manos de otras mujeres herramientas que puedan aumentar sus fortalezas y mejorar sus capacidades, y con ello hacer crecer su potencial personal (empoderamiento), mujeres que suman, hicieran posible que otro grupo de mujeres diverso y dispar, que apenas se conocían, pero que compartimos el nexo común de escribir como herramienta de expresión, desahogo y reflexión, mujeres de pluma, hayamos podido coincidir en un breve pero intenso espacio temporal.

    Espero y deseo que esta simbiosis femenina haya sido la primera de otras muchas que puedan venir, pues en Villena no falta el talento, ni la generosidad, ni la implicación, y porque (ahora sí es el momento) juntas somos más fuertes.

  • Lo único malo para la naturaleza somos los sapiens

    Lo único malo para la naturaleza somos los sapiens

    Lo único malo para la naturaleza somos los sapiens

    En una ciudad como la nuestra, con un rico término municipal, son las grandes empresas quienes están tomando las decisiones sobre el porvenir de nuestro patrimonio natural

    ¡Hola de nuevo, personas lectoras! El sapiens ha dejado de serlo. Me explico: no hace mucho, en mi grupo de fotógrafos, alguien compartía por WhatsApp la foto de un insecto que estaba posado en su ventana, preguntaba por su especie y también por su potencial peligro para la naturaleza, a lo cual uno de nosotros, gran amante del medio natural, le respondía: “Lo único malo para la naturaleza somos los sapiens”. ¡Cuánta verdad en esta rotunda respuesta!

    Como decía en la primera entrega, las pequeñas reflexiones también tienen cabida en este espacio, dado que en algunas ocasiones debemos de hacer el camino inverso para ir de lo global a lo local, pues la defensa del medio ambiente, y por ende de la naturaleza, abarca todo el espacio vital que tenemos para poder sobrevivir como animales, no muy acertadamente llamados inteligentes en algunas ocasiones. Y este pequeño viaje es el que os propongo en esta entrega.

    Después de haber tenido la ocasión de visitar la India, de la que os hablaré próximamente como modelo social del “nos vamos a extinguir sin remedio”, no resulta muy alentador llegar a tu pequeña ciudad y comprobar que nuestro termino municipal se ha convertido en el campo de batalla de las fotovoltaicas. Por lo que hemos podido conocer, que seguramente supone la punta del iceberg, en estos momentos hay varios frentes abiertos con fuego cruzado entre administraciones y entre un partido en el gobierno contra otro partido en el gobierno, mientras que el partido en la oposición que se mantiene en las trincheras del silencio.

    Es desalentador comprobar día tras días que quienes están obligados a entenderse en cuestiones tan importantes, pues son gobierno municipal, hayan elegido ejercer de “homo inepta”, sin llegar a plantearse siquiera que en la gestión municipal también hay asuntos de estado que requieren de acuerdos a la altura.

    Los unos nos dicen que son daños colaterales, pero que “hay que traducir en crecimiento para Villena el dinero que esas inversiones van a dejar en impuestos”, con la mirada puesta en unos aranceles que supuestamente pueden llenar unas arcas municipales que, dicho sea de paso, no andan muy necesitadas, mientras que los otros, desde la otra parte del gobierno municipal, que aunque parezca un trabalenguas al más puro estilo Groucho Max, es parte de la misma parte, se van al otro lado del cuadrilátero y afirman tajantemente que va a suponer “un enorme daño ambiental y una destrucción del paisaje, la agricultura y el ecoturismo”.

    Y así, mientras que quienes pueden hacer no hacen, dentro de todo este embrollo político hay dos grupos de personas que tímidamente han levantado la mano en defensa de nuestro entorno natural. La asociación Salvatierra ha puesto a disposición, de quienes los puedan bien utilizar, unos estudios realizados sobre la instalación de placas solares en el entorno de Sierra Salinas. No conozco el estudio, ni sus conclusiones, pero me quedo con el gesto altruista y generoso que sí mira hacia lo importante. Quedo a la espera del gesto político. Y a ello debemos de sumar las declaraciones de un grupo de ciudadanos que, a primera vista y sin conocer más que el comunicado enviado a los medios, parece ser que vaticinaron la situación actual, pasando salicornios detrás de sus avisos.

    La desconexión navideña toca su fin y se abre la veda electoral, y de nuevo leeremos y escucharemos hasta la saciedad palabras como medioambiente, ecología, desarrollo sostenible y todas sus variantes, para adornar discursos con dudosos resultados.

    El cambio climático es evidente y deja poco lugar a dudas, a tenor de los 25 °C que se han alcanzado durante el mes de diciembre en el norte de nuestro país, el invierno se ha olvidado de Europa y nos mantiene en cálidos días de la marmota que en nada nos benefician.

    Personalmente considero que hacer caja con el futuro de nuestro entorno natural no es algo que se haya meditado debidamente, pues esa mirada cortoplacista, del dinero vía impuestos, está impidiendo ver el hambre de sus consecuencias presentes y futuras.

    El hecho de no disponer en nuestra ciudad de una planificación urbanística y territorial valiente y acorde con el siglo XXI, que sea un pacto por el futuro con políticas medioambientales consensuadas y acordadas por quienes ahora, o mañana, las deberán de utilizar, está propiciando que en una ciudad como la nuestra, con un rico término municipal, sean las grandes empresas quienes estén tomando las decisiones sobre el porvenir de nuestro patrimonio natural. Si las actitudes políticas no cambian, y siguen olvidado que son humanos, los sapiens seguiremos siendo el factor más nocivo para la naturaleza.

    Y mientras tanto, acciones ciudadanas, como las relatadas, son las que de nuevo vuelven a estar muy por encima de la mirada política, dejando un pequeño espacio a la esperanza.

  • El buen vivir

    El buen vivir

    El buen vivir

    Tras la resaca de decepción que nos dejó la COP27, la sensación de impotencia es grande y angustiosa

    ¡Hola de nuevo, personas lectoras! Tras la resaca de decepción que nos dejó la COP27, les confieso que mi sensación de impotencia es grande y angustiosa, porque los mayores contaminadores del planeta lo van a seguir siendo, pues el triunvirato de países más contaminadores del mundo, que según el ranking 2022 de Climate Consulting son China, EE.UU. e India, lo van a seguir siendo a medio/largo plazo. Pero a pesar de ello, mi carácter optimista se impone, y me voy a sacudir esas sensaciones negativas porque sigo pensando que no todo está perdido.

    Estos días he podido seguir noticias, tertulias y debates al respecto, y esta labor de escuchadora activa me ha mostrado que el número de personas muy comprometidas, muy luchadoras y muy concienciadas sigue creciendo, lo que me lleva a compartir una de las conclusiones a las que ha llegado Greenpeace al respecto: “solo se podrá recuperar la esperanza y el progreso si se quita el micrófono a los contaminadores y se entrega a las personas de las comunidades y países afectados”.

    Y dado que este medio me comunicación me da ese micrófono, voy a seguir compartiendo con todos ustedes los derechos que nos asisten para poder invocar la defensa de la naturaleza y de todos y cada uno de los elementos que la componen.

    Por casualidades de la vida, resulta que esta escribiente va a visitar el subcontinente Indio en próxima fechas, así que podré ser testigo directo del estado de la atmósfera en una de sus grandes ciudades y de la forma de vida de este gran devorador de los recursos naturales, que prometo contarles, desde este altavoz insonoro.

    En esta entrega, les quiero ofrecer otro punto de vista desde el que pensar la necesidad de proteger jurídicamente la naturaleza, y para ello les propongo mirar la parte filosófica que sustenta estos derechos para que puedan reflexionar sobre ello.

    Hoy les dejo el concepto, de “El buen vivir”, como uno de los elementos filosóficos que cimientan los “Derechos de la Naturaleza”.

    Les diré que esta es una tendencia jurídica que busca el giro biocéntrico de las leyes medioambientales, y que aparece en construcción en los ordenamientos jurídicos de los países de occidente.

    Les diré también que esta definición tiene su origen en una reivindicación y propuesta de los pueblos indígenas de Suramérica, desde los cuales se plantea la posibilidad de vivir de una manera armónica con la naturaleza. Para nosotros, los occidentales, puede que este modo de entender la convivencia en equidad del hombre y la naturaleza nos pueda parecer algo del pasado, pero la realidad se impone y la necesidad del cambio de mentalidad es preciso, pues hay una realidad que es palmaria: a día de hoy somos más de ocho mil millones de personas, con capacidad de reproducción, que necesitamos para vivir de un planeta que es único y sin capacidad alguna de clonación.

    Eso me lleva a la generalista reflexión de que estamos ante una relación que es inversamente proporcional, pues el aumento de uno de sus componentes incide directa y negativamente en la mengua del otro. Un desequilibrio evidente por el que más nos vale abrir nuestra mente a otros puntos de vista.

  • Antropogénico

    Antropogénico

    Antropogénico

    Dícese de aquello que se origina a causa de las actividades desarrolladas por el hombre

    Hola de nuevo, personas lectoras. El pasado domingo comenzó a celebrarse en Egipto la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP), evento que se prolongará hasta el próximo día 18. Su primera convocatoria fue en Berlín en 1995.

    Esta serie de encuentros anuales son un espacio en el cual los casi 200 estados que se han dado cita este año, representados por alrededor de 30.000 gobernantes, académicos, activistas, periodista y empresarios, se reúnen para hablar, hablar y hablar sobre la necesidad de frenar el cambio climático, sobre la obligación de los gobernantes de establecer en sus respectivos territorios políticas encaminadas a estos fines, sobre cómo se puede hacer desde la ciencia y sobre quiénes lo deben de pagar.

    Esta amalgama de debates y buenas intenciones la podemos resumir, a grosso modo, en veintisiete años de buenas intenciones y de tibias decisiones al respecto, pues durante este tiempo, lejos de doblegar la curva de emisión de gases efectos invernadero, los 8 últimos años han sido, según informe de la ONU, los más calurosos que se han registrado hasta ahora.

    El objetivo principal para 2022 es el de garantizar la plena aplicación del Acuerdo de París de 2015, pasando en primer lugar por mantener la temperatura en 1,5 °C por encima del promedio del periodo preindustrial, ello basado en el informe de la ONU que puedes consultar aquí: Los planes climáticos siguen siendo insuficientes: se necesitan medidas más ambiciosas ya | CMNUCC (unfccc.int)

    A nadie se nos escapa que las cuatro potencias más contaminantes del planeta, China, EE.UU., India y Rusia, ni están ni se les espera. Estos cuatro jinetes del desastre ecológico siguen ejerciendo su rol de animal devorador de recursos naturales para nutrir de objetos materiales y desde un exceso, en ocasiones indecente, a los llamados países desarrollados, entres los cuales nos encontramos. Esta conducta destructora se asienta en la inventada realidad de dar respuesta a un paradigma de vida que han venido a llamar “calidad de vida”, asimilando esta pretensión a la cantidad de elementos de consumo que podemos adquirir, y que tan solo se ha consolidado en términos económicos-consumistas.

    No sé para vosotros, pero para mí “calidad de vida” es respirar aire sano, disponer de agua potable, tener alimentos de calidad, poder garantizar un mundo habitable para mi hija y respetar el equilibro de coexistencia entre el hombre y la naturaleza. Pero claro, este concepto de calidad es inasumibles por aquellas potencias en las cuales las personas sobreviven gracias a los hormigueros humanos que viven bajo de sus calles, andan con la mirada al suelo y dan gracias al trabajo que les permite “pagar” una calidad de vida de hormigón y textil que se olvida del sistema natural que la sostiene.

    Es cierto que estos desalentadores datos dan para caer fácilmente en la desilusión. Es abrumador el hecho de que el conocimiento y las aportaciones de treinta mil personas puedan quedar en el espacio de lo abstracto frente a las decisiones políticas de 4 personas con poder que son incapaces de anteponer el bien común a unos intereses concretos y cortoplacistas centralizados en un determinado territorio.

    Pero desde la negatividad no se toman las mejores decisiones, y desde mi naturaleza optimista prefiero apostar por los países que están comprometidos a pesar de todo, pues la suma de todos ellos, si realmente cumplen con los compromisos asumidos, siempre dará un resultado superior a 0.